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Full text of "Exploracion en la Sierra de San Pedro Martir e Isla de Guadalupe / Exploration of the Sierra of San Pedro Martir and Guadalupe Island"

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EXPLORACION EN LA SIERRA DE SAN PEDRO MARTIR E ISLA 
DE GUADALUPE. BAJA CALIFORNIA. 

Por el Prof. Jos© María Gallegos. 

Comisionado por la Dirección de Estudios Biológicos, para que 

presente ante ustedes un trabajo, que sintetice las principales rique¬ 
zas naturales de la región Norte de la península Californiana, con mo¬ 
tivo de las exploraciones que en suerte me tocó hacer por aquellos lu¬ 
gares, me permito manifestar a ustedes, que no tengo la pretención de 
dar una conferencia en su verdadera acepción de la palabra, que haga re¬ 
saltar con vivos colores, las innumerables riquezas que aquella región 
encierra; sino una simple conversación y a grandes rasgos, sobre las ex¬ 
ploraciones principales que llevó a cabo por aquellas lejanas tierras, 
con especialidad sobre la Sierra de San Pedro Mártir y la Isla de Guada¬ 
lupe, situada esta Ultima al occidente de esta parte Norte de la penín¬ 
sula Californiana. (Fot. 1) 

En la mayor parte de las exploraciones que llevó a cabo, tuve la 
suerte de ser acompañado por Naturalistas extranjeros pertenecientes a 
diferentes Instituciones científicas de los Estados Unidos, como la Aca¬ 
demia de Ciencias de California,(San Francisco),Instituto "Scripps" de 
Investigaciones Biológicas de La Jolla, Cal. y el Museo de Historia Na¬ 
tural de San Diego, California. 

Entre las expediciones que idealicé en el Distrito Norte de la Ba¬ 
ja California, entre otras, a la que me voy a referir, es a la de la - 
Sierra de San Pedro Mártir, por ser de los lugares más altos de la pe¬ 
nínsula, puesto que hay algunos puntos (Pico de la Providencia) que al¬ 
canzan más de 11,000 piós de altura sobre el nivel del mar. 

Para emprender esta expedición salí en compañía del Sr Lawrence - 
Huey, Jefe del Departamento de vertebrados del Museo de Historia Natu¬ 
ral de San Diego, Cal. y otros miembros, partiendo de San Diego y Tijua- 
na a Ensenada (Fot. 2), donde se nos unieron los demás miembros de la 














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expedición: Dr Jhon Van Derburgh, A. W. Anthony y Joseph R. Slevin, de 
la Academia de Ciencias de California,(San Francisco); y en los prime¬ 
ros dias del mes de junio del presente año, emprendimos la marcha hacia 
el Sur, pasando por "Maneadero", Valle de Santo Tomás, (Fot. 3 ) San Vicen¬ 
te, San Antonio del Mar,(Fot, 4) hasta llegar a San Telmo, lugar (Fot. 5) 
relativamente cercano al puerto de San Quintín en la costa del Pacífico. 

De San Telmo hicimos rumbo al oriente, pasando por un extenso valle 
desértico del mismo nombre, hasta llegar a un lugar llamado "Las Cabras", 
(Fot. 6) último pxinto hasta donde pueden llegar carros y automóviles, por 
estar situado al pié de las ramificaciones de la Sierra de San Pedro - J 
Mártir. 

En este lugar se arregló toda la impedimenta, aprovechando ca¬ 
ballos y bestias de carga (Fot. 7), emprendiendo la marcha hacia la paf- 
te alta de la sierra, pasando por San José, Socorro, La Joya, Vallada¬ 
res y Vallecitos, hasta llegar a una especie de meseta o pequeño valle 

con el nombre de"3La Grulla"; y continuando hasta"La Encantada" (Fot. 8) 

un 

se estableció el camapamento a manera de cuartel general en/lugar si¬ 
tuado entre estos dos últimos puntos; siendo"La Encantada" otro de los 
más altos de la sierra, por tener cerca de tres mil metros de altura 

sobre el nivel del mar.(Según la medida que marcaba el altímetro que 

! 

llevaba consigo el Naturalista A W* Anthony). 

Diariamente salíamos del campamento a diferentes rumbos de la sie¬ 
rra y a distancias considerables, con el propósito de colectar diversos 
ejemplares, tomando nota de las riquezas sin número que guardan aquellos 
apartados lugares; teniendo necesidad a veces, de regresar al campamen¬ 
to general, después de dos o más dias, con el fin de arreglar convenien¬ 
temente los ejemplares colectados, después de haber contemplado por to- 
das partes paisajes hermosos por la frondosidad de sus bosques, cuyo 
color de esmeralda contrasta con el de las rocas graníticas, que forman 
el ancho cinturón o faja en la parte media de la península. 

Constituye la riqueza principal de estos bosques (y que tienen mu- 









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- 3 - 


cha semejanza con la Sierra de San Bernardino y parte de la Sierra Neva¬ 
da, en la región occidental de los Estados Unidos, y de fama mundial),en 
diferentes especies de pinos, predominando el "pino amarillo"(Pinus pon¬ 
derosa Jefrey)(Pot.lü), Pinus eaulteri, Pinus edulis y "pino de azúcar" 
(Pinus lamberfcianajC (Fot,11). 

Este pino de aztíóar, como vulgarmente se conoce, fuá descubierto 

■ 

por David Douglas a fines del año de 1826 en la región Sur del Estado de 
Oregon, E. U. A.; y lo toma como el rey de los pinos por su frondosidad 
y lo magestuOso que se admira en los lugares donde crece. 

En la parte Norte de esta sierra o sea sierra de Juárez, existe en 
abundancia el Pinus contorta, otro de los más comunes de la región, en¬ 
contrándose también con relativa abundancia, el pino descrito por el fa¬ 
moso Naturalista Parry, o sea el Pinus cuadrifolia, que ocupa el segundo 
lugar en el mundo por su rareza; siendo el más raro, el Pinus torreyana, 
que en la actualidad solamente existe en la región Sur del Estado de Ca¬ 
lifornia,E.U. A. , cerca de La Jolla, en el Condado de San Diego; y tuve la 
suerte de que se obsequiaran semillas de este pino de Torrey, para el - 
Jardín Botánico de Chapultepec. 

La Sierra de San Pedro Mártir por el lado oriental forma acantila- 

' 

dos enormes y dán márgen a la formación desértica con dirección hacia el 
Golfo de California; y en cambio por el lado occidental forma vertientes 
que descienden gradualmente hacia la costa del Pacífico, observándose ca¬ 
ñones que dán nacimiento a diversos arroyos y rios, como los de La Grulla 

Valladares, Vallecitos, San Rafael, etc; y se encuentran además hermosos 
. 

bosques formados también de pinos, diferentes especies de encinos o ro¬ 
bles (Quercus palmeri, Quercus chrysolepsis, Quercus dumosa) y diversas 
especies de manzanita (Arctostaphylos). 

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Verdaderamente es notable la belleza de estos bosques; pero desgra¬ 
ciadamente esta belleza admirada por nacionales y extranjeros, está for¬ 
zada a desaparecer, por la frecuencia con que se ven incendios formida¬ 
bles, (Fot.12) que muchas veces o casi siempre, los campecinos de estas - 









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-4- 




reglones, provocan lntencionalmente como mala costumbre establecida de 
tiempo atrás, con el único pretexto (según decir de ellos mismos), de "que 
no se pierda el ganado"; y por más que se les predique contra esta funes»»-, 
ta costumbre y las consecuencias que acarrea, la única contestación que 
dán es; "si no fuera por las quemazones se perdería nuestro ganado; " Y el 
ganado a que muchas veces se refieren, es a una vaca o un toro que a veces 
se les llega a extraviar. 

Otras veces por lograr panales de miel de abeja 
se encuentran en la parte alta de los pinos, también ts-lan a hachazos 
árboles de gran tamaño; y no tiene comparación entre el valor del árbtol 
mismo que destruyen y el de la miel que recogen. 

Todo ésto indica la necesidad de una labor muy intensa de parte de la 
Secretaría de Agricultura y Fomento, en contra de estas arraigadas eos— 
tumbres, cuyas funestas consecuencias se sobreentienden. 

En los cañones de las partes altas y en las márgenes de los arroyos 
como los de "La Encantada" y "La Grulla", crecen entre los pintos a que he 
venido habiendo referencia, álamos,(Populus tremuloides) propios de estas 
regiones altas; saúco,(Sambucus glauca);orquídeas, plantas conocidas vul¬ 
garmente con el nombre de "Zapatilla de Señorita"(Cyprepedium montanum) , 
confiturilla (Ceanothus sorediatus) y otras. Junto a las rocas graníti¬ 
cas crece en abundancia otra planta peculiar de la sierra, llamada "Flor 
de roca"(Monardella macrantha), de color rojo cuya tonalidad contrasta - 
grandemente con el color claro de las mismas rocas. 

De la mayor parte de las plantas que colecté en esta exploración y 
que pueden verse en la Dirección de Estudios Biológicos, Balderas 94, pro¬ 
curé tomar fotografías de las mismas, tal como se ven en la naturaleza; 
y después de arregladas convenientemente en la prensa botánica, las monté 

fl 

en hojas especiales, agregando las fotografías relativas, para que se — 
tenga mejor idea de la planta que se observa; de esta manera se exhiben 
actualmente los ejemplares de flora en los Museos de San Diego y San Fran- 
cisco,California en los Estados Unidos. 









En las vertientes que descienden gradualmente hacia l'a costa del 
Pacífico, la flora principal está representada en su jnayor parte, por 
arbustos más o menos grandes, cuya altura varía de uno a tres metros,- 
predominando diferentes especies de "chamizo”(Erlogonum fasciculatum y 
polifolium), canutillo (Ephedra califórnica)y planta que los campecinos 
toman en infusión a manera de té por sus propiedades medicinales; dife¬ 
rentes especies de Castilleja (califdrniaca, stenanthe y martini),cono¬ 
cida vulgarmente con el nombre de "brocha de pintor"; diversas especies 
de Yuccas (Hesperoyucca Whip^íey) £(Fot.13) , torote(Fouquieria splendes),co 
pa de oro, conocida por "Poppies"(Eschscholtzia peninsularis), hierba - 
del manso,(Anaáopsis califórnica) y un gran número de cactáceas (Echino- 
cactus, Echinocereus, Paehycereus y diferentes especies de Opuntias, cu - 
ya variedad es notable en la península californiana. 

La fauna o riqueza animal de esta zona, es de un valor incalcu¬ 
lable, figurando entre los mamíferos de caza mayor, el antílope o berren- 
úoy(Antilocapra americana); el borrego cimarrón o salvaje(Ovis montana), 
que han estado a punto de extinguirse por el abuso que se ha hecho de su 
caza, sino fuera por laB medidas enérgicas que el Supremo Gobierno ha - 
dictado para su protección; pero a pesar de esta prohibición, todavía se 
encuentran cazadores furtivos que no hacen caso de esta determinación y 
matan tanto antílope como borrego salvaje, para venderlos a buen precio 
en los Estados Unidos, donde no se pueden conseguir aunque aquí existan 

también estos animales por la circunstancia de que hay la misma veda; - 
pero está más intensificado el respeto a las disposiciones prohibitivas 
del mismo gobierno. 

Se encuentran también el león, tigre, puma y otros felinos; venado 
de la sierra (Fot. 14) (Odocoileus hemionus califórnicus), zorra(Urocyon 
cinéreo argentatus califórnicus) y otros que pueden verse en la exposi- 
ción a que me referí antes. 

Entre los mamíferos menores, figura una liebre de la parte alta de 






- 6 - 


la sierra, rara por su tamaño (Lépus califórnicus califórnicus), muy es¬ 
casa y que difiere mucho en tamaño y color de la liebre negra de la Is¬ 
la de Espíritu Santo(Lepus insularis); diferentes espedies de ardillas, 
llamando poderosamente la atención, por la riqueza de su piel desde el — 
punto de vista industrial, la llamada "cola grande"(Sciurus griseus an- 
thony); la de los pinos(Sciurus douglasii meamsi), muy difíciles de cap- 
turar, por vivir en la parte alta de los pinos grandes, habiendo tenido 
la suerte de obtenerse en esta ocasión, mayor número del que se ha obte¬ 
nido en otras expediciones científicas, ©ntre otras la verificada por - 
Idwaíd Nelson; la ardilla de roca o chlchimoco (Fot. 15}(Eutamias merria- 
nii)j la famosa rata—kanguro del géhero Dipodomys, notable por lo aprecia¬ 
do de su piel que se aprovecha para abrigoá de señoras por ser de pelo - 
largo y más fino que la seda. 

Tanto estos ejemplares como otros que aquí no menciono por no fa¬ 
tigar la atención que se me dispensa, pueden verse en la referida exposi¬ 
ción. 

Bntre las aves figuran desde las de gran tamaño como el cóndor,que 
el de esta región llega a competir en dimensiones con el de la América - 
del Sur en las cordilleras de los Andes,(según decir de los Naturalistas 
extranjeros que me acompañaron y que han estado también en diferentes lu¬ 
gares de la América del Sur); lamentando que esta, ave de colosales dimen¬ 
siones, no se propague en nuestras regiones como sería de desearse, por 
la costumbre que tienen los indios californianos, de perseguir los nidos 
de cóndor en los huecos de las rocas donde ponen sólo un huevo (como en 
los nidos de los petreles) y del que estos indios se valen para celebrar 
una ceremonia religiosa; y cuando alguien les pregunta sobre el lugar en 
que se halla determinado nido, no son capaces de dar noticia, por lo e- 
goísta de su carácter y principalmente por el temor de que se les prive 
de tener en su poder el huevo de estos cóndores para sus prácticas reli¬ 
giosas. 

Por estar esta sierra en la zona de transición entre la fauna de 





- 7 - 


la parte S.O. de los Estados Unidos y la fauna propiamente dicha de las 
regiones inter-tropicales, se cuentan también aves características de di- 
cha parte del país vecino; pero en esta zona de transición, algunas de e- 
llas varían en sus especies, como sucede con la codorniz de montaña(Fot .16 
propia de regiones frías (Oreortyx picta confinis) y que en la Sierra de 
Cuyamaca en los Estados Unidos, está clasificada con el nombre de (Oreor¬ 
tyx picta plumífera); habiendo colectada un buen número de ejemplares de 
esta especie. 

Se encuentra en abundancia también la codorniz de valle (Lophortyx 
vallicola califárnica), de tamaño menor que la anterior; (Fot. 17) halcón- 
gorrionero (Falco sparverius phalaena); azulejo de los pinos(Cyanocepha- 
lus cyanocephalus); azulejo úáa pequeño, propio también de estas regioneq, 
(Sialia mexicana anabelae),notable por la tonalidad en el color de su pli- 
maje de azul-turquí o de prusia, clasificado por el Naturalista A.W.Antho¬ 
ny, miembro de la misma expedición. Colecté diversos ejemplares» de 
carpinteros, (Fot. 18) (Colaptes cafer collaris), así como nidos de los mis¬ 
mos; (Melanerpes formicivorus bairdi) y (Dryobatés nuttalli), este últi¬ 
mo descrito por el Naturalista G-ambel; Junco oreganus townsendi; calan¬ 
dria (Fot.19) (FJrranga ludoviciana;"pecho amarillo”(Icterus virens longi- 

» 

cauda); diferentes especies de golondrihas, "Martín-cazador"(Progne hes¬ 
peria. Brewster), Petrochelidon lunifrons lunifrons y una de plumaje ver¬ 
de en el dorso, propia de la parte alta de la sierra, (Tachjrcineta thala- 
ssina lépida); colibríes (Calypte costae) y otros; habiendo tenido la — 
suerte de haber colectado en esta exploración, más de mil ejemplares en¬ 
tre aves, mamíferos, insectos, plantas y reptiles; participando a ustedes 
que entre el número de éstos recogidos por el Dr Jhon VanDerburgh, miem¬ 
bro de la Academia de Ciencias de California (San Francisco) y notable - 
herpetologista de fama mundial, encontró cuatro especies nuevas para la 
ciencia, una de las cuales, lleva el nombre del Director de Estudios Bio¬ 
lógicos, Prof. Alfonso L. Herrera, por estar reconocido entre los hombres 





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de ciencia, no sólo en el país, sino en el extarnjero. Me refiero a la - 
Lampropeltis herrerae. 

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De la mayor parte de los ejemplares colectados conservo fotografía que 
tomé y que pueden verse en la misma exposición de la Dirección de Estudios 
Biológicos. 

Debo hacer saber a ustedes que a pesar del cuidado que se tuvo 
para llevar a cabo estos trabajos de exploración, lo más integralmente po¬ 
sible, no fué suficiente el tiempo de que se dispuso. (Fot.20) 

En resúmen, puedo mahife3tar que tuve la fortuna de colectar más del 
número que acabo de indicar; pudiendo asegurar que ésto es insignificante 
en relación a lo mucho que queda por explorar, a fin de que debido a estas 
frecuentes exploraciones, que la Dirección de Estudios Biológicos se propo» 
ne llevar a cabo y lo más integral posible, sean conocidas por todos los me¬ 
xicanos, nuestras riquezas naturales, aun de los más apartados rincines de 
nuestra patria. 


ISLA DE GUADAL U P E 


Esta isla es la más lejana que tenemos en el país, al N.O. de la penín¬ 
sula de la Baja California y se halla situada a los 29 grados 11 minutos - 

* 

latitud Norte y a los 118 grados 17 minutos, longitud occidental del meri¬ 
diano de Greenwich. Tiene veinte millas de largo (en direcci0n aproximada 
de Norte a Sur) y de 3 a 12 millas de ancho. 

Toda es un enorme block de roca volcánica emergida; la costa es en 
general acantilada y áspera, especialmente en la parte Norte (Fot.21) y só- 
lamente es accesible por tres puntos, siendo el principal el que sirve de 
fondeadero en la parte N.E. de la isla, (Fot.22) por ser el que presta me¬ 
jor abrigo a las embarcaciones. Los grandes acantilados de sus costas sien 
do los más altos en la parte Norte, casi siempre están cubiertos de nieblas 
(Fot.23) a manera de penachos que invaden la escasa vegetación que en esta 
parte se encuentra. 

Las aguas marinas que rodean la isla alcanzan grandes profundidades^ 































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- 9 - 


a poco más de cinco millas de la costa, la sonda llega a marcar 2040 bra¬ 
zas o sean 3720 mts 96 cmts; y un poco menos de esta profundidad en todo 
al rededor de la isla. 

La visité en dos ocasiones, en julio del año próximo pasado y en el mis¬ 
mo mes del presente año, formando parte en expediciones internacionales or¬ 
ganizadas por la Secretaría de Agricultura y Fomento y siendo acompañado - 
por miembros de diferentes instituciones científicas americanas. 

(líe es grato hacer constar, con este motivo, que la Dirección de Pesque¬ 
rías y su digno Jefe, el Sr Ing.Agrónomo Francisco Calles, así como su an¬ 
tecesor el Sr Saúl Gómez Pezuela, han contribuido eficaz y patrióticamente 
al resultado de estas exploraciones; trabajando confraternalmente sus repre¬ 
sentantes con los de la Dirección de Estudios Eiológicos, especialmente el 

Sr Prof. Carlos Cuesta Terrón. La película que se va pasar después, fué - 

. 

donada por la Academia de Ciencias de California y las instituciones cien- 

. 

tíficas mencionadas antes, a la Dirección de Pesquerías.) 

En ambas ocasiones visité la parte alta y se hizo un recorrido al 
rededor de la isla; haciendo notar que para llegar a la cumbre, se necesi¬ 
ta vencer muchas dificultades por lo accidentado del terreno, cubierto de 
rocas más o menos grandes, pero sueltas; y al caminar hacia arriba por pen¬ 
dientes pronunciadas, con trabajos se encuentra lugar para colocar el pié 
y hay necesidad de pisar sobre estas piedras volcánicas sueltas o movedizas, 
que obligan al caminante a caer por tierra con el peligro de los presipi— 
cios cercanos. 


En esta parte alta se encuentran altiplanicies, (Fot.24) y la 

mayoría desprovistas de vegetación; únicamente en lo más elevado de esta 

% 

región, (Fot.25) cuya mayor altura en el lado Norte alcanza 4,500 piés o sean 
1,368 metros, se observa como vegetación predominante, cedro (Cupressus - 

guadalupensis Watson) , (Fot.26) pino (Pinus insignis), muy pocos robles - 

(Quercus sp ) y palmas (Erythraea edulis Wats), abundando esta última en 
los cañones y acantilados de la parte Norte. (Fot.27). 

Entre estos árboles se encuentran otras plantas pequeñas, cuya lista he 





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an otado por separado, observándose Un zacate a manera de avena (Phillospa- 
dix torreyl Wats), aunque no muy abundante, de que se alimentan principal¬ 
mente las cabras salvajes que viven en la isla. 

Esta había sido visitada anteriormente por diferentes expediciones 
científicas, entre otras, la organizada por el Naturalista Dr Edward Palmer, 
quién colectó desde febrero hasta mayo de 1875; visitó todas Jas partes de 
la isla y obtuvo 131 especies de plantas; éstas fueron publicadas por Sere¬ 
no Watson en "Proceedings of the Academy of Arts and Sciences" XI,-pág.l05. 
De éstas 21 eran peculiares de la isla. 


El mismo Dr Palmer la visitó de nuevo en 1889* pero por corto tiempo; y 


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se publicó una lista de iata colección de Palmer, por el Dr J.N.Rose en el 

folleto de "Contribuciones para el Herbario Nacional" de los Estados Unidos, 

gágs. 1 y 21; y en ella fueron encontradas 4 especies nuevas y 29 anotadas 
como peculiares de la isla. 

Sucesivamente fué visitada por otras expediciones, como la de la Univer¬ 
sidad de Star.ford, Cal. en 1897 y se colectaron de nuevo 37 especies de las 

cuales, 3, un Tallinum, una Frankenia y un Phillospadix, no habían sido a- 

notadas antes y pertenecen a un género nuevo de la referida isla. 

Cuando el Dr Palmer hizo sus exploraciones en la Isla de Guadalupe en 
1875, la consideró como un paraíso por la vegetación abundante nü> sólo en 
las partes altas, y en la actualidad no se puede hacer la misma considera- 
ción; pues según datos estadísticos, debido a la existencia allí de más de 
30,000 cabras salvajes, éstas destruyen constantemente la vegetación y las 
especies han disminuido por la voracidad del ganado cabrío. 

Como consecuencia de esta destrucción vegetal y como engranaje inheren¬ 
te de la fauna de la región, algunas especies animales han desaparecido; - 
pues de las enumeradas anteriormente entre las aves, ya no se encuentran 
algunas, entre las que pueden mencionarse el Junco insularis y el Pipilo - 
consobrinus; pudiendo decirse que actualmente queda un reducido número de 
especies de aves, siendo las más predominantes, los petreles (Oceanodroma 
keadinge Anthony), gorrión (carpodacus amplus) (Fot.28), peculiar de esta 







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isla, distinguiéndose del de tierra firme, por la amplitud de su pico; 
salta-roca (Salpinctes guadalupensis),halcón-gorrionero (Palco sparverius 
amoena) y otros. 

Entre los mamíferos, los más predominantes son las cabras salvajes 

que viven en todos los rincones de la isla; y aunque no abundantes, gatoc 

actualmente 

domésticos introducidos y convertidos/en salvajes, así como ratones domés 
ticos (Mus musculus Lin), introducidos sin duda en las cajas de las pro- 
viciones de los pescadores que desembarcaban en aquellos lugares. 

En la expedición que verifiqué el año el año próximo-pasado, ena 
contré en la parte alta de la isla, en una de las altiplanicies y cerca 
del manantial (Fot.29) que se halla en el Norte, un grupo de burros que 
habían sido abandonados por los soldados del General Pérez Treviño que - 
estuvo en la isla en 1916 y se habían convertido en salvajes. En la ac¬ 
tualidad son aprovechados estos burros por los soldados de la guarnición 
que desde hace pocos meses está allí, para llevar el liquidó del manan— 
tial al campamento. 

En todo el recorrido que hice por diferentes lugares, me acompaña!® 
el herpetologista de la Academia de Ciencias de California (San Francisoi) 
Sr J.R.Sletein, con el propósito de colectar reptiles, y puede decirse que 
en toda la isla no hay uno sólo de estos ejemplares. 

Uno de los móviles principales de la expedición del año ppdo.,fué 
a más de los trabajos generales de exploración biológica, investigar la 
existencia o no existencia de un mamífero-marino de la familia de los - 
Phocldeos, la foca-fina (Arctocephalus townsendfl)), sumamente estimada por 
su piel, así como averiguar el estado en que se encuentra ls. colonia de 
otro de los mamíferos-marinos más raros del mundo y que únicamente exis¬ 
te en la referida isla de Guadalupe; el elefante marino (Macrorhinus an- 
gustirostris Gilí). 

Refiriéndome al primero de estos animales, la foca-fina (Aratocepha- 
lus townsendi), desde principios del siglo pasado fué objeto de desastro¬ 
sa explotación, calculándose en más de 120,000 los animales que se mata- 







'' . 


2 . 3 . 






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ron sólamente de 1801 a 1820, con un promedio de 30 dollare3 como valor 
de cada piel; es decir, que sólo en ese período de tiempo, esta isla me¬ 
xicana, produjo 3.800,000 pesos. (Según datos que tomó el Ing. Joaquín 
Palacios, miembro de la expedición). 

Esta exagerada explotación siguió haciéndose después, principalmente 
por pescadores balleneros, rusos, austríacos y noruegos sin que haya per¬ 
cibido un sólo centavo el Gobierno de México. 

En laá actualidad no pudimos encontrar un sólo ejemplar, y en cambio 
descubrimos en la parte Sur de la isla y a ambos lados Este y Oeste, rui¬ 
nas' de casas de piedra (Fot. 30) indudablemente de pescadores; y junto a 
las ruinas de estas casas, (Fot.31) se ven todavía en gran cantidad, esta¬ 
cas de madera clavadas en el suelo, cuya disposición y por los restos de 
pelos adheridos a ellas, indican claramente que habían servido para res¬ 
tirar las pieles de las fócas de referencia, dejándolas secar al sol. 
Además, cerca de las ruinas de estas casas, se encuentran las rocas y lu¬ 
gares donde vivían estos hermosos ejemplares, por el pulimento que se ob¬ 
serva en esas mismas rocas, hecho por la foca (Arctocephalus townsendi) 
por desgracia ya extinguida. (Entre los ejemplares colectados, pueden — 
verse en la exposición de la Dirección de Estudios Biológicos, fragmentos 
de dichas rocas así como estacas a que he hecho referencia). 

En lo que respecta a los elefantes marinos (Macrorhinus angustiros- 
trls Gilí), de los mamíferos más raros del mundo y que en la actualidad 
sólamente viven en la Isla de Guadalupe, debo manifestar a ustedes que 
es una especie casi extinguida, por las matanzas enormes que de ellos se 
han hecho. Hasta hace poco más de 15 años se contaban por millares, en¬ 
contrándose no sólamente en esta isla, sino también en las de San Beni¬ 
to y otras del occidente de la Baja California y otros lugares; pero por 
las despiadadas matanzas hechas por pescadores y piratas, estos anima —• 
les se fueron exterminando rápidamente, al grado de haber desaparecido 
en las islas de San Benito y otras, quedando un reducido número en la - 
Isla de Guadalupe; pues el año ppdo. sólo pudimos contar 26? • (Fot.32) 



Viven estos animales en la playa N.O. de la isla que es accesible 
únicamente por el mar, pues por tierra la resguardan enormes acantilados 
de más de 600 metros de altura. (Fot.33) El cuerpo de estos phocideos 
tiene la forma semejante al de las focas, con mayores dimensiones, distina 
guiándose solamente en la forma de las aletas (Fot. 34) tanto anteriores 
como posteriores, así como en la de la cabeza, su característica princi¬ 
pal (Fot. 35) en que se nota una prolongación de la nariz que llega a al¬ 
canzar de 16 a 18 pulgadas (cerca de medio metro), de donde les viene su 
nombre. (Fot. 36 ) Los machos se distinguen de las hembras por tener la 

prolongación de la nariz más larga; llegan a alcanzar un tamaño en los ya 

desarrollados, de 5 a 7 metros de la cabeza a la cola, con un peso de más 
aproximadamente . 
de 4 toneladas/ (Fot. 37 ) 

, Cuando desembarcamos en la playa, procuramos no hacer el menor rui¬ 
do posible, para evitar que se ahuyentaran todos los que en la arena repo¬ 
saban para poderlos contar; (Fot. 38) pero con gran sorpresa por mi parte, 
observó que al irlos contando y acercándonos más relativamente hacia e— 
líos, no daban la menor señal de irse al agua por miedo a nosotros al ver¬ 
se sorprendidos, sino que permanecían en sus lugares como si nada hubiera 
pasado. (Fot. 39) 

El cuello es sumamente flexible, que les permite hacer movimientos 
rápidos hacia adelqnte o hacia atrás; colocándose el hombre por el frente 
y cerca de ellos, atacan con ferocidad, pero el peso de su cuerpo les o— 
bliga a caminar con torpeza en la playa, y en cambio son muy ágiles en el 
agua. (Fot.40) Son anfibios que permanecen lo más del tiempo fuera del 
agua en la playa, teniendo como pasatiempo principal, (Fot. 4l) arrojarse 
arena con las aletas anteriores, ya sea para refrescarse o espantarse los 
mosquitos y muchas veces permanecen dormidos (Fot.42) con su cuerpo a me¬ 
dio cubrir con arena de la playa donde viven. Con esas mismas aletas 
anteriores, no sólamente (Fot. 43) se arrojan arena, sino que ejecutan o- 
tros movimientos y se rascan con facilidad. 

La trompa de estos- elefantes no es prehensil como la de los terres- 












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tres y no se sabe hasta ahora, a qué uso la destinen; únicamente obser¬ 
vamos que cuando levanta la cabeza (Fot. 44) para emitir un sonido pare¬ 
cido a un proxando ronquido, la punta de la trompa cuelga dentro de la 
boca contra las paredesde la faringe. Otras veces cuando atacan al sen- 
tlrse molestados por cualquiera circunstancia, contraen la prolongación 
de la nariz. (Fot. 45) 

Traban entre sí sangrientas luchas dentro y fuera del agua y con sus 
enormes colmillos se hacen profundas heridas en el cuello, donde se ob¬ 
servan numerosas cicatrices. (Fot. 46) 

En las dos veces que visité la isla, por-el mes de julio, es de no¬ 
tarse que los elefantes, especialmente los adultos, cambian de piel, _ 

desprendiéndose del cuerpo en forma de parches o láminas. 

E¡. el verano no están juntos los machos y las hembras; ignorándose 
a donde van éstas; pues a pesar de noticias que se tienen de que hacen 
grandes viajes o permanecen en grandes cuevas, no se tiene noticia cierta 
que satisfaga a las investigaciones científicas. 

La utilidad de este animal es de un valor incalculable, por ser la 
única especie de la Isla de Guadalupe en el mundo, siendo su piel muy 
estimada y su grasa tan fina o más que la de la ballena, principal all- 
ciente de los cazadores y piratas. 

Como resultado de la primera expedición, hubo necesidad de celebrar 
un meeting o asamblea en San Francisco,Cal. el año próximo pasado, asis¬ 
tiendo varios miembros de diferentes Instituciones Científicas, tocándo¬ 
me la suerte de formar parte; y entre los puntos tratados en la asamblea, 
fué el de proponer al Gobierno de México, declarara en Reserva Federal 
la Isla de Guadalupe, para evitar toda clase de explotación y proteger 
a los elefantes marinos, la única especie en el mundo y evitar lo fu¬ 
turo lo que pasó con la foca-fina (Arctocephalus townsendi) por desgra¬ 
cia ya extinguida; y como resolución digna de encomio de parte de nuestro 
Gobierno, por decreto presidencial, la Isla de Guadalupe ha sido decía- 





-15- 

rada Reserva Federal, desde octubre del año próximo-pasado y está de 
pié una pequeña guarnición que cuida de nuestras riquezas que México 
guarda allí como tesoro que no tiene otra nación. 

Como resultado inmediato, se notó en esta segunda expedición, que 
al contar los elefantes, de 267 que contamos el año pasado, en este año 
contamos 335 aproximadamente, teniendo en cuenta que sólamente están por 
este tiempo (julio) los machos; y suponiendo (como dice el Naturalista A. 
W.Anthony,miembro de la expedición) que hubiera estado ausente un número 
igual de hembras, dá una cifra no menor de 700 adultos en la época de 
crianza, a la que se debe incluir un número desconocido de animales Jóve¬ 
nes, bien se puede considerar en la actualidad un total no menor de 1200 
ejemplares; lo que índica que la colonia ha aumentado de 20 a 25 por cien 
to. Si como hasta ahora se siguen protegiendo, es indudable que en un - 
futuro no muy lejano, la Isla de Guadalupe tendrá una numerosa colonia - 
de un valor comercial considerable. (Fot. 47) 

Se colectó para nuestro Museo de Historia Natural un ejemplar grande 
el año pasado y en esta segunda expedición otro de los más grandes (Fot.. 48 
así como un ejemplar vivo y pequeño de menos de un año de edad, para el 
acuario del Jardín Zoológico en Chapultepec, y que por cortesía del Direc 
tor del Jardín Zoológico de San Diego,Calif. , se estuvo aclimatando pre — 
viamente sin gasto alguno para nuestro gobierno. 

A grandes rasgos he expuesto a la consideración de ustedes los 
aspectos generales de lugares de nuestra lejana península; y celebraré 
que en algo haya contribuido a llamar la atención de los mexicanos por 
las cosas mexicanas. 

Hasta hace poco tiempo, la península había permanecido oscureci¬ 
da, creyéndola tierra inhospitalaria, insignificante y sin porvenir. 
Exploradores de otros países en cambio habían hecho expediciones llegando 
a conocer el territorio antes que nosotros. Los piratas han recorrido — 
sus costas y sus bosques, y con ambición desmedida han explotado las ri¬ 
quezas naturales y aun extinguido algunas especies. Y entre tanto,- 

la mayor parte de lOi mexicanos id han mirado con indiferencia ---- 









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y abandono. Y bien; los esfuerzos de la Dirección de Estudios Bio¬ 
lógicos al secundar el patriótico afán para lograr el conocimiento 
4© las riquezas de nuestro territorio, presta un positivo servicio; 
porque conocer el territorio nacional, cruzar en todos sus rincones, 
proteger sus riquezas y aprovecharlas debidamente, es obra de patrio- 
tierno y obra de progreso. 








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